
POR SOFÍA ÁNGELES
“De músico, poeta y loco todos tenemos un poco” indica la frase, sin embargo más que un supuesto popular, para el mexicano Carlos Montemayor fue un consejo seguido al pie de la letra…un peculiar modus vivendi. Desde su nacimiento, un verano de 1947 en Parral, Chihuahua donde estudió la licenciatura en derecho, escribió su historia en múltiples ámbitos del arte, cultura y la lucha social, hasta su lamentable muerte, el pasado 28 de febrero.
Montemayor, acumuló en su haber actividades de lo más diversas, siendo así autor de una amplia obra narrativa, poética y ensayística, de la cual Guerra en el Paraíso (que narra el movimiento guerrillero de Lucio Cabañas), Las armas del alba, Las llaves de Urgell, y Operativo en el trópico, fueron sus ejemplares más notables, y por lo cual, gracias a éstas dos últimas se hizo orgulloso acreedor de los premios Xavier Villaurrutia y Premio Internacional Juan Rulfo, respectivamente.
Haciendo gala de su profundo interés por las letras, Carlos Montemayor estudió una maestría en letras iberoamericanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de 1965 a 1971, además de valiosos estudios de la lengua hebrea, griego clásico, latín, francés, portugués, italiano e inglés, constituyéndose como notable políglota y traductor literario.
Teniendo en su haber más de 12 reconocimientos y distinciones, como el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Literatura y Lingüística que recibió en diciembre del año pasado, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua correspondiente a la Real Academia Española desde el año de 1985 y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, entre otras.
Además de proyectar y compartir su conocimiento al ser catedrático en la Universidad Autónoma Metropolitana, fue un incansable analista, y crítico de la realidad socio-cultural del país, posicionándose como un importante activista político, defensor y admirador de los grupos indígenas, lo cual derivó en la realización y publicación de sus más grandes obras en torno a su producción cultural y simbólica. Así pues, realizó un especial énfasis en el análisis de sus variadas estructuras lingüísticas, las guerrillas y los movimientos campesinos.
Hacia el final de sus días, este intelectual nos dejó dos novelas en cierne y próximas a su publicación (La violencia de Estado en México y Las mujeres del alba), infinidad de novelas y poesías, dejos de melodía junto a su voz de tenor, un profundo estudio sobre los movimientos sociales que nos permiten comprender la situación y problemática actual del país y un singular, polifacético y extraordinario bagaje cultural, dignos de una vida con muchos matices y amor por el conocimiento.
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